Hablando sobre el sistema educativo

Antes de comenzar a derramar mis conceptos e ideas, propongo que a modo de introducción deje las definiciones de algunos de los términos que usaré en el relato.

Definiciones:
Paradigma: Paradigma es un término de origen griego, "parádeigma", que significa modelo, patrón, ejemplo. En un sentido amplio se corresponde con algo que va a servir como modelo o ejemplo a seguir en una situación dada. Son las directrices de un grupo que establecen límites y que determinan cómo una persona debe actuar dentro de los límites.
Curiosidad: Con origen en el latín curiositas, la curiosidad es la intención de descubrir algo que uno no conoce. Dicha voluntad suele enfocarse a cosas que a la persona no le atañen o que, supuestamente, no le tendrían que importar.
Duda: La duda supone un estado de incertidumbre: donde hay dudas no hay certezas. Si una persona duda sobre algo, no está seguro de la validez de esa cuestión. La duda es un límite a la confianza ya que, donde hay dudas, no existe la creencia en la verdad de un conocimiento.
Reaprender: El diccionario de la Real Academia Española (RAE) no reconoce el término reaprender. Se trata, de todas formas, de un concepto que se utiliza con bastante frecuencia en el ámbito de la educación para nombrar al proceso de aprender nuevamente algo, desde una perspectiva diferente a la original. Después de aprender y desaprender, entonces, llegaría el momento de reaprender. Al reaprender, la persona cambia el paradigma y, de manera voluntaria y consciente, vuelve a recorrer el camino del aprendizaje para codificar de otra forma los conceptos.
Intuición: Intuición es la facultad de comprender las cosas al instante, sin necesidad de realizar complejos razonamiento. A nivel filosófico y epistemológico, la intuición está relacionada al conocimiento inmediato, directo y autoevidente. No requiere, por lo tanto, de ningún tipo de deducción.
Experimentación: Se considera experimentación a la investigación de un fenómeno. Durante dicho estudio se van a ir eliminando o introduciendo todas las variables necesarias que de alguna manera tengan influencia en el. La experimentación es considerada una de las etapas del método científico.
Experiencia: Experiencia, del latín experientĭa, es el hecho de haber presenciado, sentido o conocido algo. La experiencia es la forma de conocimiento que se produce a partir de estas vivencias u observaciones. Dijo Aldous Huxley: “La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede”.
Razonamiento: Razonamiento es el proceso y el resultado de razonar. Este verbo, por su parte, consiste en organizar y estructurar las ideas para arribar a una conclusión. Un razonamiento, por lo tanto, implica una cierta actividad mental que deriva en el desarrollo de conceptos. Estos conceptos pueden emplearse con fines persuasivos o para llevar a cabo una cierta demostración.
El razonamiento, en definitiva, posibilita la resolución de problemas y el aprendizaje a través de la lógica, la reflexión y otras herramientas.
(Fuente: www.definicion.de)

El caso que relato a continuación es uno más entre los miles que podemos hallar con solo prestar un poco de atención con lo que ocurre a nuestro alrededor.
“M, un niño de 7 años llega a su casa donde se pone de inmediato, so pena de algún castigo, a completar redacciones, hacer cuentas, resolver problemas, buscar información sobre Kamchatka, y así pasa el resto de la tarde hasta llegada la hora de cenar y descansar. Al día siguiente será igual, se levantará, seguirá con sus labores de la escuela y comerá a las apuradas para entrar nuevamente en el colegio.
Sus padres le dicen que tiene suerte de poder estudiar durante los cinco días de la semana y tener luego 48 horas de total libertad para jugar a lo que desee. Sin embargo no todo es tan así, la familia le reclama horarios, citas familiares, reuniones de varios tipos, relaciones entre familias amigas, etc. nada de esto le da al niño esa ansiada libertad para ejercer su calidad de tal, es un niño metido en un mundo de adultos, condicionado y sin la libertad que se dice que tenemos.
M, es por obediencia inculcada, un niño que presta atención en las clases e intenta aprender memorizando las palabras de sus maestros y las fórmulas o conceptos que estos les dictan.
M, no duda que está siendo enseñado para poder ser una persona mayor con una carrera que le sustente la vida y a su posible familia.
M, jamás ha preguntado en clase a su maestro como era posible que sumando dos más dos, diese como resultado cuatro y no cinco, o tres; tampoco ha inquirido a su profesora de dibujo si hay posibilidades de crear un color que no exista.
Sin embargo suele sentarse en la entrada de su casa que tiene vistas a montañas de poca altura y piensa como será lo que ellas ocultan tras sí, medita sobre cómo lograr sin moverse de allí, ir quitando árboles, edificaciones, calles, montes y al fin las montañas para que su vista halle los nuevos obstáculos escondidos hoy por el paisaje que le atrapa.
M mantiene en su interior el germen que puede llegar a dar a luz descubrimientos notables, pero esa posibilidad se irá apagando a medida que los años de estudios vayan pasando y se vuelva racionalmente una persona “normal”.
Una de las primeras lecciones que aprendemos es la del escalafón educativo, ese que dicta la norma de los roles, el maestro sujeto a un programa y el discípulo o alumno que debe cumplir con las pautas preconcebidas para que sean el estándar de la educación en todo el alumnado, sin excepciones, matricialmente exactas para todos de tal modo que función y producto sean lo más adecuados a la inserción del individuo (¿?) en el entorno laboral.
Poco importa si el maestro es adecuado para la enseñanza, si hay en él mismo una vocación real de guiar a un discípulo en la aventura de adquirir conocimientos; lo que sí importa es que se ajuste al programa educativo, que no se salga de lo preconcebido ni deje de arribar al final de este con el mayor número de alumnos con las metas cumplidas.
Si el maestro se encuentra ante un caso como el de M, deberá hallar el modo de adoctrinarlo para que su pensamiento real se acomode al estándar, castrando de allí en más toda posible desviación de su mente.
Por esto es que el primer punto a considerar en esta revolución es comprender que el escalafón educacional no existe. El maestro no es tal y ambos, junto al alumno, son aprendices del conocimiento a hallar. El maestro debe aportar una guía para que el camino hacia la adquisición del saber sea lo más cómoda y placentera posible, de modo que ambos vayan descubriendo no solo el concepto buscado, sino todas las variables que con él comparten el espacio de la sabiduría.
El maestro será solo un discípulo adelantado y deberá conducir a su “hermano menor” por un paisaje pleno de concepciones nuevas sin que sea necesario recorrer en cada caso el mismo camino.
Para ello es necesario la incorporación de una educación que contenga la posibilidad de la individualización en ella misma. Cada discípulo o “compañero de viaje” debe sentir que lo que descubre en esos escenarios es únicamente para él por más que su “viaje” se realice con otros pares. Esto que a muchos les puede parecer una utopía, no lo es tal si en el comienzo se convierten a los maestros en “guías de turismo” personalizados.
Actualmente tenemos una gran puerta de conocimiento que es la red de información libre, con esta herramienta y la curiosidad innata de cualquier niño es posible dar objetivos a buscar dejando que el camino que se recorra sea el que cumpla con las expectativas del “hermano menor”.
Todos cuando comenzamos a indagar el mundo más allá de la familia ponemos en duda cuanto se nos dice que es; allí comienza la verdadera educación, aunando curiosidad y duda con la obtención de las respuestas correctas. Al hacernos mayores, incorporar nuevas concepciones nos resulta difícil y de un importante coste en tiempo y energías, si hubiésemos sido educados para poder resignar conceptos y suplirlos por unos nuevos, la tarea de evolucionar no sería tan dura ni exhausta. La duda no está dentro de nuestra manera de pensar y generalmente damos por hecho cuanto se nos presenta como válido sin acceder a la posibilidad que lo que se nos muestra sea equivocado. La duda racional no es una materia que se estudie o se incorpore en la enseñanza, es más se trata de anular tal condición de los paradigmas que almacenamos de modo de no dudar ante cualquier “mentira” o falsedad que se nos informe. Así tenemos una sociedad plagada de hombres y mujeres que lideran desde la mentira consuetudinaria.
De por sí hay una predisposición al facilismo que arrastramos desde que nos volvimos sedentarios y formamos esta sociedad; poco proclives al cambio nos contentamos con lo primero que obtenemos. Esta matriz debe ser destruida de la educación y debe implantarse la duda racional. Sobre ella dice Anarella Hernández Her:
Como técnica, es dudar sistemáticamente ante lo que no se comprende cuando se recibe una información, y persistir en ella hasta cuando las explicaciones sean suficientes.
¿Cómo se efectúa?
Cada quien autorreclama calidades empíricas que pueden captarse e interpretarse conceptualmente con ayuda de los sentidos o mediante procesos deductivos o inductivos basados también en hechos.
Práctica de la duda racional
Cuando no es suficiente el conocimiento o información brindada, la duda racional abre el camino a la comprensión integral de lo que se estudia mediante argumentos y explicaciones
LA REFLEXIÓN EN LA DUDA RACIONAL
La reflexión es el proceso que permite pensar detenidamente en algo con la finalidad de sacar conclusiones.
¿Para qué sirve la reflexión en la duda racional?
Sirve como instrumento de trabajo intelectual, que ha de ponerse en marcha y de modo sistemático siempre que el ser humano necesite comprender para actuar”.
Todos podemos recordar a los niños cuando preguntar por algo y a la respuesta que damos le sigue una pregunta: ¿Cómo fue?, ¿Qué es eso? Y tal vez la más importante: ¿Por qué?
En la inocencia de un niño y la seguridad que le da su interlocutor, los “por qué” suelen terminarse con respuestas lacónicas o llenas de misterios que inhiben al primero de seguir averiguando hasta colmar su satisfacción. Debemos comprender este proceso y no dejar que responder a todas las dudas que se creen en el niño, son ellas las que le darán una visión cada más exacta del mundo en que vive y sobre todo le aportarán la tranquilidad que sus dudas pueden llegar a ser despejadas y su curiosidad colmada.
Como decía anteriormente, la red de información es una importante herramienta a nuestro alcance para responder cuando nuestro conocimiento llega a un límite. Hoy participa en los Juegos Olímpicos de Rio 2016, un atleta en el lanzamiento de jabalina que aprendió su disciplina viendo vídeos de You Tube; de la misma fuente sacó el conocimiento de cómo hacer sus propias jabalinas y estudió cada movimiento registrado por alguna cámara, de los mejores deportistas. Así fue perfeccionando su estilo hasta llegar a esta participación mundial. Este es un claro ejemplo de como la información libre logra resultados asombrosos en muy distintos campos.
Extraído de una noticia aparecida en BBC: “El atleta keniata, Julios Yego se convirtió en el primer deportista de su país en ganar una medalla en las pruebas de campo en el Mundial de Atletismo al lograr la presea (medalla que se otorga al ganador de una competición) de oro en Pekín 2015 con un impresionante lanzamiento de 92,72 metros.
Y lo hizo tras ser autodidacta y aprender mirando videos en YouTube.
Su lanzamiento de 92,72 metros es uno de los diez mejores de la historia.
"Mi carrera comenzó cuando era un niño", recordó en una entrevista con la BBC. "Lo hacía por diversión ya que era muy bueno lanzando piedras y palos. Comencé a ser profesional en 2004 y esa fue la primera vez que tomé una jabalina de verdad".
Ahora imaginemos que M, el niño del ejemplo, hubiese tenido la libertad de recibir respuestas a sus dudas sobre un nuevo color o sobre cómo hacer que las montañas, árboles y casas desapareciesen para ver más allá; sin dudas que en su potencial habría llegado a algún descubrimiento que además de colmar sus expectativas, también abriese horizontes en otras disciplinas.
Curiosidad, duda racional, respuestas extensas y claras, reflexión sobre un hecho que se ha dado por consumado, información en red, todo ello es parte de la base de una educación donde no existan los Maestros y todos sean Discípulos.
Esta práctica lleva inexorablemente a crear un estado de inocencia que garantiza la obtención de conceptos claros y precisos, este estado involucra a la humildad que demostraba el filósofo Sócrates cuando dijo: “sólo sé que no sé nada y, al saber que nada sé, algo sé”.
Reconocer ignorancia es el primer paso para aprender.
Como tal, Sócrates con esta frase expresaba que su sabiduría no se basaba en hacer conocimientos sobre algo, sino se declaraba ignorante ante los individuos que lo acompañaban. Con el uso de su importante y famosa frase, Sócrates no se demostraba como portador del saber, sino con la voluntad de aprender cada día más.
“Con esta frase se puede asumir que el individuo no tiene la verdad absoluta, sino que es importante que suma la posición de la disponibilidad y voluntad de aprender y adquirir conocimientos de diferentes temas. Asimismo, con esta frase es mejor asumir una posición de no poseer conocimientos sobre algún determinado tema, buscando cualquier aprendizaje sobre este, que hablar sin saber del contenido en desarrollo. 
En consideración de todo lo expresado anteriormente, aprender puede ser una forma de vida, con lo cual el individuo debe de admitir que no es bueno en algunas cosas y encontrar disponibilidad para aprender y mejorar cada día. También, a pesar de poseer conocimientos pueden ampliarlo a través de las ideas de otras personas.”
(www.sigificados.com) 
Una de las particularidades de este filósofo era el hallar el conocimiento a través de diálogos que mantenía con sus discípulos, comenzando por dudar de todo lo dicho y adentrándose en el meollo usando el conocimiento colectivo que al fin no es otra cosa que no creerse con el saber totalitario de conocer todo y que su palabra era “santa”, como se ha hecho hasta ahora con el actual método educativo. En estos diálogos no había Maestro, todos eran Alumnos pues el mismo Sócrates aprendía de sus oyentes.
Una de las virtudes de aquellos momentos gloriosos de la filosofía era que Sócrates hablaba con cada uno de sus seguidores, entablaba una conversación en particular y ello llevaba a que él individualizaba a su oyente y le trataba dentro de sus necesidades y gustos.
Hay hoy un gran defensor del necesario cambio en el sistema educativo con quién comparto toda su visión; él habla de la inminente destrucción del sistema para reemplazarlo por uno nuevo, pues sus bases están ancladas en los albores de la Era Industrial y de ello han pasado demasiados años que solo han logrado atrasar la evolución del pensamiento y el asentamiento de la mediocridad.
Sir Ken Robison, de quién hablo ahora, en unas de sus intervenciones en TED dice de tres aspectos en que la educación debería afirmarse para hacer el debido cambio. Estos tres pilares son la individualización de los alumnos, la involucración por medio de la curiosidad y el desarrollo libre de la creatividad; por supuesto que esto acompañado por medidas muy claras como que los docentes deben ser aquellos que estén correctamente preparados para dicha labor, que el sistema educativo debe salir de las reales necesidades de los que desean aprender y los que quieren enseñar o guiar y no de los despachos de un gobierno que generalmente atiende a otros intereses.
La individualidad del niño es imprescindible a estas alturas evolutivas; cuando lo que la sociedad necesitaba de manos laboriosas que hiciesen una tarea rutinaria todos los días de la semana, todas las semanas del mes y todos los meses del año, se masificó el aprendizaje para que quienes salieran educados sirvieran para ese tipo de labor, pero se dejó de lado o no se quiso ver el cambio que se produciría en poco tiempo. La evolución tecnológica empujó a crear y para ello es necesario que las personas estén cada vez más capacitadas, con reflejos de adaptación mucho más alertas y la adquisición de conocimiento debe ser cada día mayor. Al intentar de enseñar a todos lo mismo, en un tiempo determinado y con logros de bajo grado se destruyó aquella relación personal entre el que guiaba en la educación y el que deseaba aprender. De allí la necesidad de retornar a ella y hacerlo desde la misma base cambiando los paradigmas que nos han inculcado durante todo este tiempo.
M, el niño del ejemplo, no tiene la posibilidad de ser oído dentro de un grupo de treinta o cuarenta iguales a él que son tratado como si fuesen uno solo. Solo logrará ser escuchado si despierta algún interés en particular, pero depende de su capacidad de sobresalir o de evidenciar muy claramente una diferencia. Si es extrovertido tal vez alguien se fije en sus anhelos, pero si es como la mayoría un tanto introvertido y no explica, ni manifiesta sus deseos de alguna manera que sea visible seguro que no será tomado en cuentas. La No Individualización o Masificación del sistema no permite que un maestro dedique tiempo a las particularidades de cada uno de sus alumnos; luego llegan los análisis apresurados de una falta de atención en clase y sus consecuencias en las notas y exámenes. Es entonces en que la labor del docente se vuelve a su aspecto más administrativo, solo evaluando por medios poco estimulantes las aptitudes del alumno. Y es el sistema mismo el que no permite que el docente también se involucre y busque la excelencia en su labor.
El segundo punto a cambiar es el de motivar la curiosidad. Esta es el motor de cualquier éxito, ya que impulsa a la búsqueda de acciones y caminos que hagan llegar a la meta propuesta y esta está relacionada directamente con dos variables: las capacidades innatas y el placer de obtener un logro.
La educación actual tiene un mérito innecesario que es anular esa chispa de atracción que poseemos ante un reto que nos provoque sentirnos realizados con la meta elegida.
Si repasamos brevemente las materias que se suponen principales veremos que la tendencia es la de suprimir en lo que se pueda, a toda actividad creativa que de impulso la curiosidad. Las matemáticas, la lengua, la historia son las que perduran tratando de hacer al alumno dentro de un paisaje limitado en que es mejor memorizar que razonar.
La curiosidad no está contemplada entre ellas y una de las mejores formas de motivarla es la interacción entre estas materias y las artísticas. Las matemáticas son mejor comprendidas desde la música, la pintura o la escultura; la lengua es mayor cuidada y aplicada si se provoca el interés por la poesía, la descripción de paisajes o la elaboración de críticas de arte; la historia se debe comprender desde la escena misma, aprendiendo a ponerse en el lugar de los actores y para ello el teatro es una de las manifestaciones más claras y efectivas para asimilarla en el tiempo y la forma.
Como bien dice Sir Ken Robison, tenemos una cultura del conformismo y el cumplimiento de determinado proceso, pero sin el alma que la hace una experiencia vívida.
El tercer punto es la creatividad; en su lugar hemos puesto una meta de estandarización. Buscar una media de comprensión de un concepto no asegura en nada que tal sea luego aplicable en la vida diaria. Esto debido a que el docente evaluará promedios que den un pobre aspecto de lo que realmente sabe el alumno y luego en sus actividades profesionales tales promedios harán ver las falencias que ya no se pueden corregir porque el paradigma ha sido inculcado y nos referiremos a él en cuanto nos hallemos ante un problema a resolver.
Al no haber una experiencia a la que ir en busca de soluciones y teniendo la creatividad en un punto inferior de concepto, la frustración es el resultado inmediato.
No estamos educados para ser creativos ni para hacer uso de la intuición, compañera de la primera. No somos aptos para sobrevivir con la educación que obtenemos y generalmente quedamos a merced de la experiencia de otros, que no asegura ser la adecuada por que procede la misma base falsa. Esto crea un círculo vicioso que no acaba nunca y vuelve mediocre la labor que hagamos, si la comparamos con la que potencialmente podríamos lograr.
En una ocasión un técnico le jugó una mala pasada a un grupo de ingenieros recién recibidos. Una prensa hidráulica que tenía un volante de acero de grandes dimensiones y de donde sacaba la fuerza necesaria para prensar metales comenzó a perder potencia. Ante la urgencia que tenía la parte productiva de tener a dicha máquina funcionando se llamó a los ingenieros para que solucionasen el desperfecto. Entre ellos un par de técnicos con experiencia en reparaciones y con un nivel creativo inusual, se agregaron al grupo para la resolución del problema. Luego de horas de estar haciendo uso de la pizarra con variadas fórmulas de fricción y desajustes físicos, uno de los técnicos para gastar una broma les dijo que lo mejor sería contraponer un volante de las mismas características al ya existente y que así se solucionaría fácilmente la pérdida de potencia. Todos aceptaron la solución como la más viable y de inmediato comenzaron a hacer la orden de fabricación del volante a una empresa especializada. Fue entonces que el técnico les dijo: ¿Y si en lugar de hacer un nuevo volante que tendrá un coste elevado, vamos hasta la máquina y le reponemos el lubricante que le falta al eje del volante?...
Todos quedaron estupefactos ante la propuesta, y es claro porque el rozamiento de un eje sin lubricación necesaria hace que el movimiento sea de mayor esfuerzo y reduce la potencia que se requiere. Ninguno había buscado la respuesta más sencilla ni se había verificado lo esencial, suponiendo que contrarrestar el movimiento con otro volante sería lo adecuado.
La experiencia primó y como ha dijo Aldous Huxley: “La experiencia no es lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede”
El paradigma que estaba instalado decía que se debía buscar una solución dentro de lo que se conocía, pero no dictaba que se verificaran variables más simples y obvias. Así si leemos algunos manuales de electrodomésticos, donde nos dan pautas ante posible fallos, uno de los primeros consejos es asegurarse que el aparato está conectado a una red eléctrica; en apariencia es demasiado simple, sin embargo he visto muchos casos en que alguien se alarma ante un aparato que no funciona y considera que se ha estropeado, pero el verdadero fallo era no haberlo enchufado correctamente.
La creatividad hace que salgamos de lo común y busquemos soluciones simples para luego, si el problema persiste ahondemos en otras alternativas más complejas.
Esto es aplicable a cualquier orden en la vida, porque tanto les ocurrió a estos ingenieros nóveles que quedaron boquiabiertos ante una simpleza, como puede ocurrir con las finanzas de nuestro hogar, o la tramitación burocrática de un permiso de edificación o el cambio de un repuesto mecánico. Todo está relacionado con la curiosidad, la intuición, la creatividad, la experiencia y las capacidades potenciales de cada individuo.
Pero para que esto suceda debemos cambiar el modo en que se aprende, se enseña, se guía, se desaprende y se vuelve a aprender. El cambio constante de paradigmas, adecuándolos a las exigencias de una tecnología evolucionando es la clave para que se salga del estancamiento mediocre que tiene el actual sistema educativo.
Si a M lo alientan su curiosidad por aquello que le dinamiza y preocupa para que se vea plenamente satisfecho, si se lo guía en lugar de educarlo, si se lo escucha tanto como a cualquier otro de los alumnos, si se le permite salirse de las reglas paradigmáticas que tenemos inculcadas, si dejamos de ser los que más sabemos porque somos maestros, o padres, o hermanos mayores, o jefes de un departamento, si volvemos al diálogo para que logremos un conocimiento mutuo sobre cualquier asunto de la vida, si nos acostumbramos a la reflexión antes de la acción, si comprendemos que debemos aprender y desaprender para volver a aprender un nuevo concepto, M será una persona que ayude a salir del circulo vicioso y entraremos en la espiral evolutiva que se necesita.
Porque de lo contrario no dejaremos aquel estado que tan bien describió Williams Shakespeare: “Sabemos lo que somos, pero aún no sabemos lo que podemos llegar a ser.” Y estas son las capacidades no desarrolladas, el potencial que existe en nosotros y de lo que no nos servimos en su totalidad. Ese es el estado de conformidad del que habla Sir Ken Robinson, el que nos mantiene en una resignación permanente que arrastra a la frustración sin que haya una razón de real peso para ello.

1-  Curiosidad
2-  Duda racional
3-  Investigación
4-  Experimentación
5-  Reflexión y conclusión
6-  Medición de resultados
7-  Corrección de errores
Que nos llevará a la Curiosidad nuevamente y de ese modo, como en una espiral, evolucionaremos en la manera de enseñar, aprender y pensar.

Siete pasos para una sola meta: “Llegar a ser lo que somos capaces”

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