2015, un año peligroso.
No es
una de esas alarmas que preconizan un apocalipsis terminal o que le insinúan entre
sus predicas de arrepentimiento y locuras por el estilo; no, es simplemente que
para este caso en particular, el mío, al haber atravesado la barrera del año
sesenta de vida se impone un cambio de rumbo en el derrotero que sigo.
Ya sé
que debería ir amainando eso de hacer tantos cambios, ya que entre los que he
hecho de mujer, de hijos acumulándolos, de profesiones, de lugares donde he
vivido, ya tendría que ser un tanto más sosegado. Pero no son los años, ni las
canas lo que detienen a un marinero o un caminante, sino el saber que ha
llegado a su destino, al puerto o el mesón que en sus sueños vislumbraron y al
que juraron hallar más allá del horizonte…..y no lo he logrado aún.
Por lo
que es necesario dar unos grados de giro al timón, izar una verga y buscar que
el viento sea amable con nuevas direcciones.
Quedarse,
aquietarse, calmarse, sosegarse, amucharse, apoltronarse, acomodarse, todo está
bien para los enfermos, pero no para los que la vida les muerde los tobillos y
les pica el culo.
Siempre
he mantenido que el equilibrio es bueno para descansar, pero no para
evolucionar; para esto es necesario desequilibrarse y esto en toda la gama de
aspectos que puedan hallarle a la palabra. Al fin para dar un paso lo harás
desde el estado de equilibrio y luego avanzas la pierna en total desequilibrio
hacia adelante, tanteando donde la posarás, en ese terreno nuevo, casi
desconocido, poéticamente atrapante que te llevará a estar un poco más lejos de
donde ya sabes y más cerca de lo que no conoces.
Ese es
el estado en que me agrada vivir, en desequilibrio constante, como un marino en
el mar, como un caminante en el camino, pero sin ser mar ni ser camino, solo
pasos que se dan.
Y así
con el peligro de lo desconocido quiero que se signe el próximo tiempo, porque
cuando dejas que la brújula indique para donde la curiosidad manda, el peligro
estará a tu lado como un buen amigo y consejero. Quiero a ese peligro
diciéndome donde no he de pisar, donde no he de fondear, porque los próximos
lugares deben ser profundos, oscuros, absolutamente desconocidos, demasiados
internos, deseo transitar el miedo, la angustia, el pesar, el dolor y la pesadumbre; amigo de la muerte,
siguiendo el día sin sol y la noche sin luna, deseo llegar a los puertos más
lejanos del alma humana.
Ese será
el 2015, un año peligroso.
El año
de mi salida al mar de las profundidades, al bosque de las ánimas, buscando el
rescate del ser humano.
Voy ligero
de equipaje, con el ánimo suelto y los ojos bien abiertos.
Allá voy…….
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