Cuatro letras sobre la Venganza y la Justicia

Justicia o Venganza. ¿el huevo o la gallina? 



Vuelvo a una de las reglas de Hermes Trimegisto, exactamente a la cuarta que dice:
“Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son los mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas la paradojas pueden reconciliarse.”

En el devenir del ser humano la línea que divide un mismo concepto en aceptado o inaceptado, es tan sutil, móvil y fina que nadie es capaz de definirle con precisión y hacer de ellos una regla o ley perfecta.
Lo podemos experimentar sin alejarnos mucho de donde estemos, con solo evaluar el frío y el calor, una misma sensación con dos extremos de percepción, pero con una muy difícil decisión de determinar cuál es el punto en que el calor deja de ser tal, para comenzar a ser frío, o este para ser calor.
Es una apreciación personal para comenzar, luego medible pero subjetiva de interpretar, ya que donde uno puede hallar el punto medio, otro puede haber entrado en el siguiente estado.



Veamos otro caso.
Imaginemos: Juan se desplazaba de A a B despreocupado cuando aparece Pedro y dándole un golpe en la mandíbula, le tira al suelo para robarle de seguido, la cartera del bolsillo. Pedro sale corriendo hacia B; Juan recuperado del golpe le sigue y cuando le atrapa al fin, le da el doble de la golpiza recibida; rescata su cartera y toma una parte de lo que Pedro llevaba en la suya a modo de resarcimiento por el robo. Pedro ni corto ni perezoso le denuncia de robo.
Juan fue acusado de tomar la justicia por mano propia y de actuar con venganza.
La escena no es irreal, por el contrario ha sucedido y repetido varias veces en la historia cambiando a Juan y Pedro por otros actores, pero la sentencia ha sido siempre la misma: tomar la justicia por mano propia y actuar con venganza.
Y es entonces cuando me pregunto: ¿Dónde está la diferencia entre justicia y venganza?, esa sutil línea divisoria entre una y otra, ya que no difieren en casi nada solo en la interpretación o la excusa de reglar un acto para que supuestamente no se desmadre.
Analicemos: justo e injusto serían los extremos de esta situación; dentro de lo justo esta el resarcimiento de un acto que ha sido cometido contra alguien, pero ¿eso no es venganza? Y si es venganza, porque no está ella permitida y si la justicia.
Porque la venganza fue en un principio un modo de justicia, pero al no estar reglada en sus consecuencias, fue necesario llamarle de otra manera y establecer una serie de normas que contuviese las posibles contingencias de cada probable acto surgido en los distintos casos. Pero la justicia no deja de ser una manera de venganza normalizada, absolutamente evidenciada.
Por lo que cuando pido justicia por algún tipo de acto que ha ido en contra de las normas del buen vivir, o de las leyes del país, lo que realmente pido es simple venganza y no nos equivoquemos, ni disfracemos las intenciones.



El espíritu de lo que solicitamos es el mismo, buscamos que se castigue con rigor a quién haya cometido un delito de acuerdo a las leyes de la sociedad que integramos, aunque esas leyes vengan heredadas y jamás hayan sido plebiscitadas para que demos nuestro conforme o no. Pero ese es otro caso de libertades en la sociedad.
Lo que deseo dejar claro es que buscaremos venganza aún cuando demos vueltas las leyes a nuestro favor, como en el caso de Pedro y Juan.
Que por cierto, el damnificado termina siendo culpable y solo por querer vengarse en lugar de buscar justicia.
¿Entonces aquí la justicia ha fallado? ¿Era mejor dejar la venganza que actuase sola sin las reglas de la sociedad y evitar un yerro de apreciación y aplicación de la justicia?
Creo, y a modo personal, que como en muchos aspectos de lo que el ser humano ha desarrollado en su vida social, lo ha enrevesado de tal manera que termina comiéndose la cola como el ouroboro, símbolo de lo eterno de las cosas y del esfuerzo inútil; en el caso de la justicia lo ha hecho nuevamente y la liado parda, hasta el punto que dejando la vía libre a la interpretación de las leyes, cada letrado es capaz de leer una ley de acuerdo a como mejor le haya caído el desayuno o las experiencias que pueda acarrear en su curricula; y esto no es equilibrio ni se identifica con la señora con la balanza y la venda en los ojos.
Hurgando en la historia, en las sociedades antiguas es de encontrarse con que se permitía a las familias del o la damnificado/a tomar venganza contra quien había cometido el delito, y esto decididamente daba en guerras sangrientas que podían durar generaciones, con odios heredados que a lo largo del tiempo ni recordaban por qué se habían enemistado. Estos casos fueron especialmente vistos en las sociedades mediterráneas donde aparecieron las llamadas “vendettas”.
En la cultura oriental, como la japonesa, en su pasado feudal estaba instituido el “katakiuchi” que solían abarcar en su ofensiva de sangre hasta con los familiares del delincuente, como modelo de venganza.
Islandia también contribuye con su sistema de libertades en cuanto a vengarse o tomar justicia por mano propia dentro de determinados límites, estableciendo así algún control para que se logre una “justa venganza”. Y aquí tal vez fueron más coherentes al mencionar a ambas palabras juntas.



En la Biblia, Moisés habla de la Ley de Talión, el famoso “ojo por ojo y diente por diente” abolido por las enseñanzas de Jesucristo en el Nuevo Testamento donde la venganza es quitada del medio y se busca una reconciliación con el enemigo, ofreciendo la otra mejilla, perdonando, amándole. Una forma tan alejada de la forma del ser humano que habiendo pasado dos milenios, aún no se comprende ni tan siquiera en la primera de sus letras.
En este punto podemos creer o no en el cristianismo, pero la mayoría de los profetas de determinado momento de la historia, nos instan a llegar a esa forma de vida, devolviendo amor donde nos dan odio y dolor; pero como decía anteriormente, sigue estando absolutamente lejos del comportamiento, del entendimiento humano y la práctica, semejante sentencia.
Claro que esta propuesta es perpendicular a la justica y a la venganza, es desarmar por completo todo el andamiaje judicial, moral y ético….pero, ¿quién se anima a ponerlo en movimiento sin perder la vida antes de ver el mínimo resultado?
Mientras tanto la venganza sigue siendo la reacción más común y la justicia el sistema más polemizado para ponerle freno a una pasión.
Quizás Platón tenga razón y el camino para lograr que la pasión sea controlada, es necesario la inteligencia; en su libro La República, de sus diálogos con Sócrates dice “que para la organización de su ciudad ideal, los gobernantes deberían transformarse en individuos sabios y justos, o sea en filósofos; o mejor aún que los que gobiernen esa ciudad ideal sean solo los filósofos, los más adecuados”.




Así, con personas sabias y justas Juan no hubiese sido encontrado culpable y su caso hubiese sentado precedente. Permitiendo que otros tomaran justicia libre hasta cierto límite…pero ¿cuál es esa sutil frontera entre el bien y el exceso llamado mal?.....

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