¿Somos buenos o malos?
El planteo de
ambos poseen una parte de la verdad, el ser humano es violento ya que nace de
un acto de esas características, el mismo Universo que habitamos tiene un
origen (supuesto) violento y aún no sabemos (por estar de un único lado) si
venimos del orden para caer en el caos o si es a la inversa
En la dualidad
en que nos desarrollamos el término bueno y malo están unidos para su propia
existencia lo que nos lleva a que ni uno, ni otro son lo que definimos como
beneficioso o perjudicial, y es que uno no puede estar sin su contra parte; por
lo tanto el ser humano (según mi ignorancia) es bueno y malo desde que nace
hasta que muere, es su sino y destino
No hay dudas
que la sociedad que formamos debió tener en su inicio también un ideal de
beneficio, pero con el componente de perjuicio al primar en su constitución,
los intereses personales que contra pesaron a favor de los que podían y
deseaban el poder sobre otros
El niño recién
nacido ejerce desde su formación en el útero materno, una cruel propiedad sobre
la madre y ello lo llevará en todos sus días transfiriéndolo a las diversas
relaciones que entable
Bueno y malo
coexisten en un mismo ser, como lo hacen las creaciones universales
Las leyes de
convivencia que hemos aceptado cumplir sumadas a la educación construyen diques
de contención donde embalsamos toda la ira, el desprecio, el egoísmo, y creamos
los conceptos de respeto hacia los demás, de empatía, de libertad limitada por
la misma de los otros, nos metemos en un redil conformado por tolerancia y así
vamos forzando relaciones personales con el entorno; aprendemos a decir que
amamos a todo ser vivo, conceptualizamos la belleza para que nos abrigue de la
soledad que nos circunda sin piedad y
acortamos nuestra visión a hechos minúsculos a la hora de comparar nuestro
desarrollo y vida, respecto a las inmensurables distancias del Universo; aun
así a este le limitamos para que no nos llene de angustias. Ponemos ante
nosotros una innumerable cantidad de pequeños logros que hacen que veamos una
evolución ficticia, pues seguimos siendo el mismo hato de desperdicios que la
mente y la memoria acumulan en los embalses.
Cuando una
enfermedad como el alzhéimer destruye esas contenciones nos rebelamos ante los
prejuicios que se han construido a nuestro alrededor y nos desbordamos
mostrando lo que siempre hemos sido, seres egoístas y perjudiciales.
Hay también
otros causales de esta destrucción, el miedo, el dolor, el ego, todos ellos
pueden lograr que la presa se agriete hasta romperse por completo, a quienes pasan
por esta etapa les llamamos enfermos, les estigmatizamos por caminar por los
bordes de la sociedad, locos, orates, border line, discapacitados mentales,
alterados psíquicos, todos rótulos que tenemos al alcance para identificar a
los malos, los abducidos por la oscuridad, los incomprendidos.
Luego ves que
somos malos y buenos; malos por lo que poseemos en el interior profundo de los
instintos más bajos, buenos porque nos auto-educamos para anular esa condición.
El bien y el mal habitan la misma cáscara humana y con solo que la fina línea
de división entre ellos se rompa o permita una filtración, ingresamos en la
vorágine de la locura, la enajenación con capacidad de destrucción sin límites.
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