Parte de vida.-1980
Sin dudas que me estoy volviendo viejo….
Ayer recordaba una historia negra del ’78.
Hoy no puedo sustraerme de recordar dos años
más tarde. Marzo del ’80.
Una historia en las antípodas de la anterior.
Por aquellos días estaba de novio con una mujer
fascinante, viuda, con 5 hijos que iban de los 9 a los 18 años, con dos perros
y 16 años más que yo que contaba con 24.
Nos enamoramos. Yo estudiaba y trabajaba de las
18 hs. A las 6 de la mañana, me preparaba para un nivel en ensayos de
materiales entre los descansos en el trabajo y arriba del bus que me llevaba a
su casa, 80 km de donde vivía. Mi vida se repartía entre la Central Nuclear de
Embalse de Río III, el bus, comer al mediodía, bus y nuevamente al trabajo. Dormía
en el viaje.
En marzo del ’80 alquilé una casa del tipo
chalet en una urbanización cercana a mi trabajo, de tres dormitorios, un salón,
cocina y lavabo, con un gran parque y piscina. El vecino más cercano estaba a
500 metros, 2 manzanas desoladas a nuestro entorno.
Si tengo que recomendar a alguien que inicia su
relación con una viuda y cinco hijos, le diré que ese era el lugar perfecto; la
soledad y el bucólico paisaje nivela pronto todo tipo de asperezas y
diferencias.
Mi horario de trabajo era de lunes a lunes, por
lo que un domingo por la mañana, al salir de mis labores, con una camioneta
Ford F-100 de la empresa aparecí en casa de la que era hasta ese momento, mi
novia. Les desperté pronto y les anuncié a bocajarro que se mudaban conmigo ese
día. Tras el alboroto que puede ocasionar una noticia de ese tenor, iniciamos
la mudanza y por la tarde estábamos instalados en el nuevo hogar, con perros
incluidos.
Sé que ahora no lo haría del mismo modo, pero
tenía 40 años menos con toda la fuerza y esperanzas de mi parte.
La que sería en adelante mi mujer, aceptó la
propuesta con su típico rasco de alegre irresponsabilidad, se iba a vivir con
un jovencito solo por amor.
Atrás quedaban mi carrera de artista plástico,
mis actuaciones como militar insurrecto, mi vida de soltero, mis días de
viajero en auto-stop, todo lo poco que había crecido en conocimientos y me
lanzaba a la mayor aventura.
Cinco niños que adoptaba como míos sin saber cómo
iría la convivencia.
La
ELO (Electric Light Orchestra) puso la música: Last train of London. Casi premonitorio, de
allí fueron diez años maravillosos, alocados, furiosos, y la música no dejó de
tocar.
Era el último tren para uno de los dos.
Recuerdo cómo tomé la decisión del alquiler y
la mudanza, fue una idea que se me cruzó mientras viajaba en el bus camino al
trabajo; me pregunté qué posibilidades habría de comenzar conformando una
familia de la que nadie daba cinco céntimos, que provocaría millones de
opiniones en contra, que nos alejaría de nuestras familias por un tiempo hasta
que comprendiesen, que no sería apoyada ni por mis amigos. Viene a mi memoria
la soledad que sentí en ese preciso momento, aridez ante un futuro que habría
que pelearlo día tras día sin la ayuda de nadie y con cinco hijos. Pero de
inmediato sentí la necesidad de no dar un paso atrás y afrontar lo que fuese,
aun el fracaso, antes de quedarme con la duda eterna de no haberlo hecho.
Diez años después la premonición del último
tren se hacía realidad y mi mujer fallecía de cáncer. Para ese entonces ya
teníamos una niña más en la casa y habíamos estado a punto de adoptar una más.
A veces no manejamos con total control las
consecuencias que traen las decisiones, a veces la historia sale mal o
contraria a lo que esperabas, como dice el poeta:
De vez en cuando la
vida
Toma conmigo café
Y está tan bonita que
Da gusto verla.
Se suelta el pelo y me
invita
A salir con ella a
escena.
…….
De vez en cuando la
vida
Nos gasta una broma
Y nos despertamos
Sin saber qué pasa,
Chupando un palo
sentados
Sobre una calabaza.
(De vez en cuando la vida, Serrat.)
26 años después, contradiciendo al sentido
común y las agoreras voces de los más cercanos, conocí a quién es la
maravillosa mujer que me acompaña estos días; ella con 21 años menos que yo
ratifica que nunca es tarde para cambiar el rumbo de nuestras vidas ni para
hallar la oportunidad de renacer entre las cenizas. Y la rueda sigue con su
movimiento eterno.
Comentarios
Publicar un comentario
Recuerda: cada vez que no comentas una de mis notas, Dios se ve obligado a matar un gatito. Campaña contra el maltrato animal.