Como Voltaire hizo que Cristina K. ganara la reelección del 2011
De cómo Voltaire influyó sobre
la reelección de Cristina Fernández en Argentina.
15 de setiembre del 2011.
Una de las frases favoritas por
mí, de François Marie Arouet, es la que repitió en varias ocasiones
posiblemente por ser consecuente con el contenido de ella misma; Arouet o como
solía hacerse llamar Voltaire supo decir: “Decimos una tontería y a fuerza de
repetirla acabamos creyéndola”.
Es posible que tal dicho haya sido en gran
parte, algo mucho más concerniente a la sabiduría popular que a las meninges
del escritor, abogado, filósofo y demás estudios que cargaba sobre sus espaldas
este parisino del 1700. Lo que dice que tenía un buen oído para saber escuchar
al pueblo y sus palabras. Porque no hay dudas que en el fuego de la sociedad se
encuentran las musas que inspiran las mejores frases y los mejores discursos;
están allí guardados los tesoros de la experiencia popular, la memoria social,
el mejor recurso que tiene el ser humano para poder afrontar el futuro. E indudablemente
que Voltaire-Arouet lo sabía y lo explotó para la concreción de su obra.
También
fue este fuego inspirador el que hizo de Voltaire-Arouet un prolífico escritor
irónico y arriesgado para su época, desvelando en sus letras problemas y
tópicos que ponían los calzones al aire
de los señores y señoras de la sociedad. Eso le valió expulsiones,
encarcelamiento, disputas, destierro que no calmaron sus convicciones llevándolo
a continuar con su tarea con más fuerza y con adhesión de notables que veían en
sus escritos, razones que defender.
En 1718 tras un año de reclusión en la Bastilla por
ofender al Duque de Orleáns en una Sátira, fue desterrado a Châtenay-Malabry
donde adoptó el seudónimo de Voltaire. Son esos tiempos de convulsiones
personales en que le aman y le odian donde se crea el caldo de cultivo de su
filosofía sobre la tolerancia, base de todo su pensamiento.
A pesar de haber
profesado sus ideas contrarias hacia todo tipo de religiones; así criticó tanto
a los judíos que se creen la madre de las religiones y el pueblo elegido, como
a los musulmanes tratándolos de temerosos ante estos últimos. Estuvo en contra
de todo tipo de fanatismo clerical, pero promovía la diversidad religiosa, así
lo menciona en su Tratado sobre la Tolerancia que escribe en 1764.
No hay dudas
que hay que analizar su subversivo diálogo respetando las condicionantes de la
época.
Entre 1718 y 1791, año en que
fallece, Voltaire-Arouet acumuló una fortuna pues supo hacer negocios que le
dieron ganancias como para que su preocupación fuese otra que la de comer todos
los días.
En esos días, en 1759 se dice, porque no está totalmente confirmado
que haya sido él quién lo hiciera, escribió Cándido o El Optimismo.
La obra
trata de un personaje que se ve vapuleado por la vida de un lado a otro, pero
ha sido educado e instruido con una base filosófica tan fuerte que ha formado
una fe ciega en su espíritu que le permite seguir adelante. El personaje de
nombre como la obra, Cándido, enamorado de su Cunegonda es educado por un
dudoso filósofo de nombre Pangloss (nombre que deriva del griego y que
significa: “el que siempre tiene algo que decir”).
Aunque el principal centro
de atención es Cándido, lo importante en el escrito es Pangloss y sus
enseñanzas, es tan profundo el trabajo que ha hecho sobre el alma del joven que
este le es imposible reaccionar de otra manera más que como lo marcan los
paradigmas “panglossianos”.
La narración está compuesta de 30 capítulos de
rápida estructura que muestran el viaje de este joven desde el castillo donde
habita, pasando por aventuras y el Nuevo Mundo que en ese entonces era la recién
descubierta América, regresando al Viejo Mundo hasta los Jardines de Constantinopla
donde vuelve a encontrar por tercera vez a su amada Cunegonda a quién pierde de
vista en el primer capítulo y que por haber permitido que la sangre hirviese,
es echado a patadas del castillo para dar comienzo a sus desventuras. Y así dan
comienzo sus andanzas al salir con el trasero enrojecido del
Thunder-ten-tronckh por un rollito con la hija del Barón.
Del segundo al tercer
capítulo Cándido es enrolado en el ejército de Federico II casi sin saberlo y
hacer la guerra contra los búlgaros. En adelante, Cándido encuentra a su
maestro Pangloss y juntos se pasean por mil vicisitudes hasta el capítulo
décimo donde se encuentra con su amada y se embarcan al Nuevo Mundo recalando
en Buenos Aires en el capítulo XIII.
Ya en Buenos Aires pierde su amante en
manos del Gobernador, un espécimen que por desgracia pinta al rufían que
conocemos en Argentina demasiado bien y asombra saber que en esa época Voltaire
pudo el futuro con tanta claridad, que con dos pinceladas retrató la clase
política que reinaría desde ese entonces en adelante sobre el pueblo austral.
Se
relaciona el personaje con el pueblo y de la mano de un Jesuita y preso del
miedo de ser perseguido por quienes le querían hacer justicia ante robos
anteriores, parten camino al Paraguay; pasan por Tucumán y allí se les suma un
criado muy espabilado de nombre Cacambo y le acompaña en la aventura por el resto
del Nuevo Mundo.
Es en esta incursión en las vírgenes mentes de los
proto-argentinos donde probablemente queda fija la filosofía de Cándido y su
maestro Pangloss. Sin dudas que en su afable verborragia ellos desparramaron
sus enseñanzas y fertilizaron a lo largo de su andar con sus ejemplos. El paradigma
de Pangloss que supo insertar también en el cerebro de Cándido es muy simple, “todos
vivimos en el mejor de los mundos posibles”, por lo tanto todo es tolerable
porque si fue hecho y puesto de determinado modo, debe ser porque ese es el
mejor modo que hay.
Esta tolerancia sumisa es de un optimismo total y concede a
las vicisitudes que ocurren, el grado de “cosa cualitativamente mejor hecha”;
por lo que no hay que preocuparse en buscar otra alternativa.
En resumen y llevado el
paradigma a estos días, es fácil deducir cuál es la frase: “Y ES LO QUE HAY”,
con esto aceptamos el jornal, con esto perdonamos un insulto o una agresión de
género, con esto nos acomodamos en la última fila del cine y con esto votamos
al peor candidato.
Esa es la filosofía de Pangloss, “es lo que hay, el mejor de
los mundos posibles, porque otro no
podría existir; de haber otro mejor estaríamos allí”. La tolerancia
llevada al exceso nos lleva al sometimiento, porque cualquier ley en exceso es
mala.
Creo fielmente que Cándido existió, que piso Argentina y dejó la célebre frase
incrustada en las mentes de aquellos ciudadanos; por lo que desde aquellos días
nos contentamos con “Y es lo que hay”.
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